La gran ola de Kanagawa

Bienvenidos a este nuevo capítulo de los 50 cuadros de Experiencias con Arte. Como sabrás, en episodios anteriores ya hemos hablado de pinturas del Bosco, Miguel Angel, Dalí, Hopper y Van Gogh, así que nos vamos de nuestra visión eurocentrista para comentar una obra icónica del lejano oriente. En el capítulo de hoy, la gran ola de Kanagawa.

¡Comenzamos!

Kanagawa, la estampa más famosa del mundo

La gran ola de Kanagawa, una estampa del artista japonés Katsushika Hokusai, es uno de los símbolos más celebrados en la cultura nipona, y a su vez esconde una fascinante historia. 

Esta estampa del año 1830 es probablemente la más popular de toda la historia del arte, hasta el punto de que ha llegado a inspirar a muchas otras obras artísticas, y también ha sido referente en la publicidad y en los medios de comunicación.

Esta gran ola a punto de devorar dos barcas con el monte Fuji como testigo en el horizonte ha sido reproducida y reinterpretada hasta la saciedad en todos los rincones de este planeta. ¿Qué es lo que hay detrás de esta ola y por qué se ha convertido en un mito de la historia del arte?

Quién fue Hokusai

Katsushika Hokusai fue un pintor y grabador japonés, perteneciente a la escuela Ukiyo-e del periodo Edo. Este período Edo también conocido como Período Tokugawa o gobierno del emperador Shogun es un período de paz ininterrumpido que se extiende desde el siglo XVII hasta mayo de 1868, cuyo fin marcó el comienzo del Japón imperial.

Hokusai que vivió hasta mediados del siglo XIX, es uno de los artistas más destacados de esta escuela Ukiyo-e, también conocida como las pinturas del mundo flotante. En sus primeras pinturas Hokusai Manga, muestra la vida diaria de su población, con gran exactitud y sentido del humor, aportando una crónica de la sociedad japonesa de lo más interesante y bella. Además de las Treinta y seis vistas del monte Fuji al que pertenece el grabado del que hoy  vamos a hablar, su otra serie las Cien vistas del monte Fuji nos corrobora su obsesión con este monte sagrado para los japoneses.

Además de la gran ola de Kanagawa, su Fuji en días claros consolidó su gran éxito y fama tanto dentro de Japón como mucho más allá de sus fronteras.

A mediados del siglo XIX los grabados de Hokusai junto con los de otros artistas nipones llegaron a Paris, generando una enorme influencia especialmente en los artistas postimpresionistas como Vincent Van Gogh, Paul Gauguin y Henri de Toulouse-Lautrec,  cuyas obras nos delatan su gran afición por estos grabadistas, sus temas y coloridos.

Composición de la gran ola

La gran ola era una pieza que abría la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji. Hokusai abordó el monte Fuji como hilo conductor de esta serie. 

Pero lo primero que nos llama la atención es que en este caso el monte Fuji siendo el más alto de Japón, no se encuentra en primer plano, sino que está casi oculto y atravesado por una de las barcazas que están a punto de ser devoradas por la ola.

Pese a ser el monte el hilo conductor de la serie y el pretexto de su grabado, éste tiene una protagonista absoluta, y es la inmensa ola que está a punto de romper. Es una ola-monstruo con su gran cresta que se transforma en unas terribles garras que están a segundos de embestir a los sufridos remeros de esas embarcaciones que surcan el Pacífico.

Si nos fijamos en ellos, nos dan una imagen de ternura enfundados en sus uniformes azules, resignados ante la fuerza de la gran ola.

Esta obra es un ejemplo de prodigio simétrico. Los estudios realizados sobre ella determinan que Hokusai utilizó la sección áurea y la sucesión de Fibonacci para distribuir los elementos que la componen, y así es como el espectador se siente tan irresistiblemente atraído hacia ella.

Otra segunda ola, más pequeña en tamaño, emerge imitando la forma del monte Fuji sobre el mar aportando un juego de espejos que equilibra la composición.

Otro elemento que no podemos olvidar al comentar esta gran ola de Kanagawa es el color. Este potente azul Prusia domina cromáticamente la composición, acompañado del cielo plomizo y  un azul más suave para representar la espuma y el movimiento frenético del mar. Fijémonos como una paleta tan básica puede dar lugar a una representación tan viva.

El significado de la gran ola de Kanagawa

Se han producido muchas interpretaciones de esta obra, por ejemplo que la gran ola simboliza la fuerza exacerbada de la naturaleza, capaz de someter a unos simples humanos y de elevarse por encima incluso de uno de los iconos más importantes del país como lo es el monte Fuji.

Además de esta interpretación, muchos historiadores del arte han querido ver un poco más allá en el significado de esta monstruosa ola. Teniendo en cuenta el contexto sociopolítico en el que vivió Hokusai, se ha visto como la representación metafórica de la llegada de potencias extranjeras a Japón, que atropellan su cultura y sus tradiciones de la misma forma que esta ola  está a punto de arrasar con los pobres marineros y sus barcazas.

A mediados del siglo XIX, Japón se debatía entre abrirse al exterior o aislarse ante los nuevos aires de cambio que llegaban de Europa. Todo este burbujeo cristalizaría finalmente a partir de 1868 en la época Meiji, del reinado del emperador Meiji. Durante estos años el país comenzó su moernización y occidentalización, erigiéndose como la potencia mundial que es hoy en día. 

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