Bienvenidos a este primer vídeo de la nueva serie de Experiencias con Arte, Los 50 cuadros de Experiencias con arte, donde cada semana vamos a analizar y comentar una pintura seleccionada de los mejores museos del mundo.
Hoy hablaremos de la Mesa de los Pecados Capitales, un cuadro lleno de significado que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. Su autor es el misterioso pintor Jheronimus van Aken, más conocido como El Bosco.
La Mesa de los Pecados Capitales es un óleo sobre tabla que incluye en él 5 círculos, unos más grandes que otros. En este óleo el mensaje que se extrae es que el Infierno es el único destino posible para aquellos que se alejan de Dios.
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¿Qué significa la Mesa de los Pecados Capitales?
Esta Mesa incluye 5 círculos. En el centro del mayor de todos ellos, asemejándose a un gran ojo o el interior de un espejo de forma cóncava, aparece Cristo representado saliendo de la tumba como Varón de Dolores y mostrando la llaga de su costado.
En el anillo que rodea esta gran pupila se pintaron unos finos rayos dorados, y a continuación envuelto por un anillo exterior en el que van apareciendo representados perfectamente divididos los siete Pecados Capitales.
Con el fin de transmitir su enseñanza moralizante, el pintor incluyó aquí escenas cotidianas con personas muy variadas de distintas clases sociales.

Escenas de los pecados capitales. Círculo central
Un lugar destacado se le da a la Ira, que ocupa gran parte del espacio que tenían antes la Soberbia y la Envidia como origen de todos los pecados, y que es representada mediante una pelea en los exteriores de una taberna, provocada muy probablemente por el exceso de embriaguez.

Junto a ella tenemos la Soberbia, en la piel de una mujer que se acicala frente a un espejo. Quien le sujeta este objeto de vanidosos es el diablo.
La lujuria aparece en la doble pareja cortesana que se recrea bajo una tienda, jaleados por un bufón.
La desidia o pereza es un hombre que duerme apaciblemente frente a la chimenea, en lugar de dedicarse a la oración.
No hay duda de que esta escena en la que una familia come y bebe con ansiedad es la gula.



La aceptación descarada de soborno de este magistrado representa la avaricia, y la envidia aparece en una pareja que desea con ardor un halcón que muestra otro hombre, pero no sólo aparece personificada en ella, sino que dentro de la misma escena unos perros se pelean por un hueso.

Las postrimerías, los círculos externos
Ahora hablaremos de los otros círculos, los que están en las esquinas de esta pintura. En este caso se trata de las postrimerías: la muerte, el Juicio Final, el Infierno y la Gloria.
En la muerte, escena muy parecida a la de la Muerte y el avaro de Washington, en este caso al protagonista se le está otorgando la extrema unción.
En la escena del Juicio Final, vemos una influencia clara de la tradición de Van der Weyden, donde las almas resucitadas se muestran saliendo de sus tumbas.
En el Infierno vemos a los pecadores recibiendo su eterno castigo con horribles penas. Torturas de todo tipo, dolor físico y también miedo y vergüenza.
San Pedro es quien recibe a las almas de los bienaventuradas a la llegada al Cielo en la escena de la Gloria. Está representado como un edificio de estilo gótico con un brillante decorado en oro.




Origen y propietarios de la Mesa de los pecados
Este óleo fue concebido para utilizarse como encimera o como tablero de mesa, y fue adquirido por el rey Felipe II antes de 1560 y depositada en el Monasterio de El Escorial. De allí se trasladó al Museo del Prado durante la Guerra Civil Española, donde permanece a día de hoy.
Sobre el Autor, El Bosco
El Bosco adquirió mucha fama aún en vida como el inventor de figuras maravillosas y llenas de fantasía. Como no tardamos en salirle muchísimos imitadores, en ocasiones ha resultado complicado afirmar su autoría en las obras.
Todos estos seguidores que surgieron imitando sus escenas y sus temas, crearían un verdadero género artístico. Fue el mencionado rey español Felipe II quien pudo reunir un importante número de ellas y alojarlas en El Escorial y el Palacio de El Pardo.
El jerónimo fray José de Sigüenza describió en una frase genial la clave para distinguir su obra de la de otros imitadores.
La diferencia que hay de las pinturas del Bosco a las de otros, es que los demás procuraron pintar al hombre como parece desde fuera. Él, sin embargo, se atrevió a pintarlo tal y como es por dentro.