La civilización cretense o minoica
La civilización cretense, también conocida como la civilización minoica llamada así porque se asocia su existencia a la de un legendario rey llamada Minos, surgió en la griega isla de Creta en torno al segundo milenio antes de Cristo y duró hasta aproximadamente el año 1.000 a.c.
El poeta Homero, escritor de la Ilíada y la Odisea durante el siglo VIII a.c, ya menciona las cien ciudades de Creta, lo que nos da a entender el auge de esta isla mediterránea para el resto de los territorios de la Antigua Grecia.
Sin embargo, hasta mediados del siglo XIX Creta y sus tesoros habían pasado totalmente desapercibidos. Fue Sir Arthur Evans, un arqueólogo inglés, quien realizó las excavaciones en Creta y sacó a la luz las investigaciones de esta importantísima civilización pre-helénica.
Los Palacios-Ciudad
Este tipo de construcción era la más representativa en la sociedad minoica, y se llamaba así porque reunía en sus dominios una especie de pequeña urbe. En torno a la corte confluían las villas de los grandes señores, el mercado y la vida urbana.
Los más destacados son los palacios de Cnosos, que era la capital de esta isla. El palacio de Festos, de Malia y de Hagia Triada.
Se organizaban a modo de laberinto, en torno a uno o varios patios de disposición cuadrangular o rectangular. Gustaban del uso de escalones, donde dotaban a las estancias de distintos niveles, y sus suelos eran pavimentados por losas de piedra.
El recinto más importante era el salón del trono, cuyas paredes eran decoradas con temas mitológicos, en rica variedad cromática, que se ha conservado en un buen estado hasta nuestros días.
Frente a las construcciones de Mesopotamia o de Egipto, contemporáneas a esta civilización, los minoicos carecían de murallas, de grandes avenidas o puertas monumentales.
Sus edificios son adintelados con techos planos, no se utiliza en ellos ni el arco ni la bóveda. También era destacada la ausencia de vanos en los muros, para evitar el calor que azotaba en esta isla de Creta.

El laberinto del Minotauro
La estructura anárquica de estos palacios se ha relacionado, según la mitología, con el laberinto que Dédalo construyó por orden del rey Minos, para encerrar allí al Minotauro. El Minotauro era un monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano, que fue engendrado por su esposa Pasifae con un toro blanco enviado por Poseidón para el sacrificio.
El rey, que se negó a matar el toro blanco, recibió como castigo que su esposa concibiera este engendro. Este monstruo voraz requería devorar 7 muchachos y 7 muchachas atenienses, que se enviaban como sacrificio cada 9 años. Fue el héroe Teseo, de quien hemos hablado en otras ocasiones, quien finalmente dio muerte al Minotauro acabando con los sacrificios.
Esta teoría se basa también en los hallazgos de Sir Arthur Evans del denominado fresco de la taurocatapsia, situado en la planta superior del muro oriental del palacio de Cnosos. Un personaje pasa por encima de un toro, a la vez que otros dos acróbatas se posicionan delante y detrás del animal.
Evans describió esta pintura y el palacio que la albergaba, el de Cnosos, como el hilo conductor entre la mitología y esta civilización cretense.

La civilización matriarcal cretense
La escultura cretense se caracterizó por pequeñas figuras tanto exentas como de bulto redondo. Han llegado hasta nosotros diversas figurillas realizadas en marfil, bronce, mármol y cerámica polícroma.
Las más famosas representaciones son las que se han denominado como diosas de las serpientes, estatuillas femeninas que sujetan serpientes en cada una de sus manos.
Destaca la desnudez de sus senos, que el autor Juan Eslava Galán ha relacionado con una señal de duelo, en honor al canto de la Ilíada en la que Tetis, madre de Aquiles, cuando su hijo iba a luchar contra Héctor, con una mano se sacó un pecho .
En cualquier caso, lo que sí dejan claro estas representaciones artísticas es la gran importancia de la figura de la mujer en la sociedad cretense.
