Las Joyas del Prado – 2ª parte

Bienvenido al segundo vídeo de la serie Las Joyas del Prado de Experiencias con Arte.

Si acabas de llegar, hemos creado esta serie para poder colarnos en nuestro museo favorito, el Museo Nacional del Prado.

No hay barreras para la imaginación y gracias a estas videoguias, podrás pasear y aprender sobre las mejores obras de arte que el Prado alberga en sus salones.

Si no has visto el primero vídeo con las 3 primeras paradas, te recomiendo que lo visites (tienes aquí el enlace al primer vídeo)  y en el vídeo de hoy continuaremos por la cuarta parada. ¿Te imaginas cuál puede ser?

  1. El cardenal de Rafael (1510-1511)

Como ocurre con la Gioconda, muchas de los retratos más célebres del Renacimiento son precisamente de personas anónimas o desconocidas. Y esto añade mucho misterio a una obra que ya de por sí es visualmente fascinante. 

Este retrato de un cardenal anónimo la hemos situado en la cuarta parada, pero podría ser la primera de hecho, por tratarse de una de las más bellas pinturas de Rafael.

Además fue realizada de forma totalmente autógrafa por el artista sin la participación de su taller que tienen otras obras.. Nos la encontraremos en el soporte original y muy bien conservada para su antigüedad.

El retratado no cuenta con emblemas ni inscripciones que ayuden a su reconocimiento. Se han propuesto los nombres de los cardenales Bibbiena, Cibo, Farnesio, entre otros.

Casi no hace falta estar físicamente frente a la obra para apreciar el realismo vibrante de los tejidos, el efecto de moaré de la seda roja contrastando con el blanco de la manga del cardenal. 

  1. Tríptico del jardín de las delicias. El Bosco (1490-1500)

En quinto lugar nos pararemos la obra más enigmática de todo el museo. El jardín de las Delicias es la creación más compleja de su autor, el Bosco y sin duda unas de las joyas de mayor valor que podemos encontrarnos.

Para aproximarnos a ella, vamos a identificar lo que el artista representó en cada tabla.

 

El tríptico cerrado: la creación del mundo

 

Con el tríptico cerrado, vemos una grisalla del tercer día de la Creación del mundo, el momento en el que se separaron las aguas de la tierra y se creó el paraíso terrenal.

En el lado superior izquierdo, aparece el Dios padre con dos inscripciones de los salmos que dicen “El mismo lo dijo y todo fue hecho. el mismo lo ordenó y todo fue creado”.

 

EL TRÍPTICO ABIERTO: LA APARICIÓN DEL PECADO

 

Y ahora abriremos imaginariamente el tríptico, que es lo que se aprecia habitualmente por los visitantes. El Bosco incluyó tres escenas que tienen un denominador común: El pecado.

Sus brillantes colores contrastan con la grisalla del exterior, desde el inicio del Paraíso en el panel izquierdo con Adán y Eva, hasta su castigo en el infierno del panel derecho.

La parte central, de mayor tamaño, nos muestra un paraíso engañoso para los sentidos. Placeres mundanos que parecen inocentes, pero que conducirán de forma irremediable al infierno de su derecha.

En este panel central vemos representados todos los pecados capitales.

Hombres, mujeres, blancos, negros, se presentan ante nosotros en grupos o en parejas, manteniendo relaciones, algunas entre personas del mismo sexo, con una fuerte carga erótica alusiva al pecado de la lujuria, que es la mayor de las denuncias de este mundo pecaminoso del Bosco.

 

LA SIMBOLOGÍA ANIMAL EN EL BOSCO

 

Los animales, tanto reales como fantásticos, aportan una carga simbólica. Vemos los dos búhos, un cárabo y un mochuelo siendo fieles a la realidad, que representan la maldad en las personas.

 

  1. Las meninas de Diego Velázquez, año 1656

Vamos a hacer la sexta y última parada de hoy en otro plato muy fuerte del Museo del Prado, auténtico icono del mismo que no es otro que el retrato de las Meninas, la que ha sido considerada su gran obra maestra y que ocupa un lugar privilegiado en el museo.

Sabemos que Velázquez la pintó en 1656 en el cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid,que es precisamente el escenario que nos encontramos representado en ella.

 

Quién es quién en las Meninas

 

La mayoría de los personajes son servidores palaciegos, dispuestos alrededor de la  infanta Margarita, hija del rey Felipe IV, a la que atienden doña Mª Agustina Sarmiento y doña Isabel de Velasco, las “meninas” de la reina.

Uno de sus elementos más novedosos es la inclusión de su propio autoretrato en la obra, donde le vemos trabajando pero no precisamente ejecutando la pintura sobre el lienzo, sino en el momento de concepción de la idea pictórica.

Este detalle no carecía de importante en el mensaje del pintor, quien deseaba poner en valor la creación del arte como un trabajo intelectual y no artesanal.

También en el espejo se ven reflejados los rostros de Felipe IV y Mariana de Austria, padres de la infanta y testigos de la propia escena.

 

El significado de las Meninas de Velázquez

 

Las Meninas de Velazquez ha sido alabado durante siglos por los mejores artistas de la historia del arte, y es que tiene un significado inmediato perfectamente accesible al gran público.

Es un retrato grupal que exhala vida, que es creíble, que aúna en su composición unidad y variedad. Es una joya que sorprende por sus pequeños detalles y su preciosisimo, perfectamente estudiado cada elemento.

Además ha sido objeto de debates por su carga simbólica. Así, la presencia del espejo convierte este cuadro en una reflexión sobre el acto de mirar y hace que el espectador se cuestione los límites entre pintura y realidad, entre sujeto y objeto.

Este sigue siendo un debate que no ha pasado de moda muchos siglos después, pudiendo trasladar el objeto a muchos otros formatos que en los tiempos modernos se han creado para observar la vida de los otros. ¿No te parece fascinante?



Las meninas de Velázquez

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