Giorgio de Chirico, sueño o realidad.

Si no lo viviste, en Experiencias con Arte te lo contamos.

Recientemente se pudo disfrutar en Caixa Forum Madrid de una retrospectiva del artista Giorgio de Chirico. El máximo exponente de la pintura metafísica, y que mayor influencia tuvo sobre el arte europeo posterior.

Fue De Chirico junto con Carlo Carrá, el creador del movimiento artístico italiano de la pintura metafísica. la pintura metafísica se caracterizó por presentar las pinturas como sueños, mostrando arquitecturas y plazas desérticas.

Presenciar la deshumanización de sus maniquíes inertes aún nos resulta perturbador. Paisajes con naturalezas muertas, objetos descontextualizados y una atmósfera de suspense en el aire.

En ocasiones el único rastro de vida en estos cuadros,es el que se produce de forma onírica representando a seres mitológicos.

El mundo visionario de De Chirico conectaba de forma directa con su inconsciente. Chirico se aleja de lo tangible y lo físico. Es por eso que se denominó a su pintura como metafísica.

 

¿Por qué surgió este arte metafísico?

La pintura metafísica surgió por el deseo incontenible de explorar el mundo interior del artista, indagar en esa visión siniestra que a veces nos pueden mostrar los objetos y los paisajes más cotidianos, cuando estos son descontextualizados.

El foco en la simplicidad de los objetos cotidianos, el uso del color en tonalidades planas y llamativas. Generaba ese diálogo secreto lleno de posibles segundas interpretaciones. Estos fueron los conceptos que pusieron en valor durante este momento del surgimiento de arte metafísico entre De Chirico y Carrá, procedente del arte futurista surgido durante las primeras vanguardias del siglo XX.

 

Maniquíes y estatuas clásicas

De Chirico presenta en sus cuadros una novedosa yuxtaposición de elementos clásicos procedentes del ideal de belleza de otro tiempo. Los acompañaba, eso sí,con edificios y construcciones contemporáneas.

Estas alusiones al clasicismo y la belleza antigua, viene a retrotraernos a lo inmutable de un tiempo muerto, invadido de un silencio y una quietud en suspense..

 

Esta exposición recorre los momentos más creativos de Giorgio de Chirico, incluyendo pinturas, esculturas, dibujos y acuarelas… En ella encontramos la temática recurrente por la que será siempre reconocido: maniquíes, estatuas, ventanas, edificios y todo en un estruendoso silencio.

Primer período Metafísico

El período metafísico inicial de De Chirico ocupó la década de 1910, y es su trabajo más reconocido. Muestra una personal transformación del arte clásico mediante la toma de referencias de figuras y edificios del renacimiento y la antigüedad. Los adapta a sus investigaciones con el color y la composición de elementos discordantes.

Su larga vida le permitió investigar durante las siguientes décadas, y le llevaron finalmente a una nueva etapa neometafísica entre los años 60 y 70 del siglo XX, con una edad muy avanzada.

Si alguna vez tienes ocasión de ver a Giorgio De Chirico en alguna de sus entrevistas, te lo recomiendo encarecidamente. Además de su obra artística, es uno de los artistas del siglo XX con mayor generosidad y sentido del humor. Así lo podemos comprobar en cualquiera de sus apariciones públicas, hasta su fallecimiento en 1978.

Volviendo a la exposición, ésta recorre las principales fases creativas del artista. Sus investigaciones metafísicas explican que llegara a erigirse uno de los ejes en el arte internacional de su tiempo.

El movimiento surrealista, y otras vanguardias de entreguerras, nunca habrían llegado a existir sin esta fundación metafísica de De Chirico.

Incluso nos suenan muy reconocibles las paletas de colores si las comparamos con grandes obras de artistas como Salvador Dalí.

 

Las esculturas de Chirico

Entre sus investigaciones podemos encontrar la realización de unas esculturas que parten de su estética pictórica. De Chirico las realizó en la década de los 40.

Fueron la materialización de las pinturas de sus inicios, un auténtico tributo a su propio arte en tres dimensiones.

Para él, dar una forma real y sacada del plano pictórico no implicaba perder la libertad de movimientos ni su fluidez.

Si una escultura es dura, no es una escultura. Ha de ser suave y cálida, no solamente ha de tener toda la suavidad de la pintura, sino también todo su colorido. Una escultura bella siempre es pictórica.

¡Gracias por acompañarnos,  y nos vemos en la siguiente visita!

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