El Capricho de Gaudí en Comillas

Hoy realizaremos una de mis visitas favoritas, y de las que más ganas tenía de compartir contigo, Nos adentraremos en una de las más emblemáticas obras de la arquitectura de finales del siglo XIX y principios del XX en el norte de España.

 

Bienvenidos a Villa Quijano, más conocida como el Capricho de Gaudí

Un auténtico capricho del afamado arquitecto Antoni Gaudí, donde comenzó su andadura de estilo orientalista.

El Capricho supuso el primer paso hacia su particular estilo modernista en arquitectura y escultura. 

Más tarde desarrollaría todo lo aprendido de forma prodigiosa en Cataluña, tierra del artista.

El Capricho fue construido entre 1883 y 1885 y se realizó por encargo del empresario indiano Máximo Díaz de Quijano. Junto con el Palacio Episcopal del que hablamos anteriormente en otro vídeo, y la Casa Botines en pleno centro de la ciudad de León, esta construcción es la única que Gaudí proyectó fuera de su zona de influencia catalana.

¿Quién fue el propietario de Villa Quijano?

Máximo Díaz de Quijano era concuñado de Antonio López y López, primer marqués de Comillas. Como él, había vuelto de América con una gran fortuna. Este indiano venido a más en su economía encargó a Gaudí su casa de veraneo. Su deseo era que esta estuviera muy cercana al palacio de Sobrellano, donde residía el Marqués.

Antoni Gaudí aceptó el encargo pero su construcción se llevó a cabo al mismo tiempo que la Casa Vicens de Barcelona. Por este motivo, el Capricho se levantó bajo las directrices de Cristobal Cascante, ayudante de Gaudí.

Como ocurrió con el Palacio Episcopal en Astorga, Antoni Gaudí trabajó sus planos con todo tipo de detalles. Trató de especificar y desmenuzar hasta el último centímetro de la edificación y sus arreglos ornamentales.

¿Qué hace único y especial al Capricho de Gaudí?

La Villa Quijano de Gaudí en Comillas  es una auténtica obra de arte llena de originalidad y simbolismo. Si esto fuera poco, a esto se sume que fue la primera edificación proyectada por Gaudí, junto con la  Casa Vicens de Barcelona.

A partir del Capricho, Gaudí comenzó el devenir de su carrera como arquitecto internacionalmente conocido y alabado. Aquí empezaron sus obras de la etapa orientalista,  influido por el arte del Próximo y Lejano Oriente. Incluyó elementos del arte islámico en la península ibérica, principalmente del mudéjar y el nazarí.

Estos rasgos se hacen presentes en el marcado uso del azulejo cerámico. Demostró su predilección por los arcos mitrales y el ladrillo visto en los refuerzos de balcones y ventanas. El uso de templetes y cúpulas tan de inspiración bizantina es el toque definitivo a su eclecticismo.

Su exterior y sus colores, únicos a finales del siglo XIX

Su vista exterior está marcada por el uso de la piedra en la parte baja. Sus famosos girasoles decoran las franjas de cerámica vidriada en sus revestimientos de ladrillo. También podemos ver hojas decorativas de forma alterna. Todo su juego de alternancia entre formas rectas y curvas, de perfecta geometrización del entorno, crea un conjunto único por su originalidad. Parece un auténtico lego de finales del siglo XIX.

También la elección de los colores en el Capricho de Gaudí le otorga el toque auténtico. Ocres, rojos y verdes, en perfecta sintonía. Marcan un punto y aparte en la modernidad arquitectónica del norte de España.

Una joya arquitectónica en el abandono

Tristemente, tras la guerra civil española el Capricho cayó en el abandono.Esta condición se alargó mucho tiempo más del que le correspondía.

En  1969 fue considerado como Bien de Interés Cultural, pero no comenzó a ser preservada con garantías hasta mucho después.

Es por esto que le faltan algunas pequeñas piezas debido al pillaje de curiosos, como algunos de sus  azulejos de girasoles.

Un capricho musical

Otra de las peculiaridades de esta primera obra de Antoni Gaudi, es la manera de adaptarla a los gustos y la personalidad del contratante. Se aplicó a fondo en agradar a su propietario, amante de la música y coleccionista de plantas exóticas. Díaz de Quijano no pudo haber elegido un arquitecto más volcado en hacer de su residencia en Comillas una auténtica transcripción de su alma.

El Capricho cuenta con la forma de U necesaria para proteger a su invernadero orientado al sur. Allí se guardaban las preciadas plantas traídas de ultramar.

En cuanto a la música, los dibujos de la libélula con una guitarra o el gorrión posado sobre un órgano dibujados en las vidrieras decorativas. Lo más singular es el sonido de la ventana de guillotina donde sus contrapesos son tubos metálicos, que emiten evocadores sonidos musicales.

Como vemos en esta obra, Gaudí no perseguia un orden y armonía clásicas. Quiso plasmar sobre el suelo de Comillas sus fantasías más profundas con una joya única y heterogénea. En el Capricho, nada es lo que parece y cada fachada es completamente diferente a las demás. Asimetría, eclecticismo y color. Un auténtico capricho muy cerca del mar.

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