La vida secreta de Salvador Dalí

A 30 años del fallecimiento de Salvador Dalí, desde Experiencias con Arte queremos rendir un particular homenaje a este personaje único. Un ser absolutamente irrepetible, con demostrada pasión por los descubrimientos científicos y que ahondó como ninguno en su mundo inconsciente sin más limitaciones que las que le marcó la profunda tristeza de su amada Gala ya siendo ancianos los dos.

1.Yo de pequeño quería ser cocinera, después quise ser Napoleón, ahora mi ambición es ser Salvador Dalí.

Dalí como auténtica marca artística y mediática. Pone de manifiesto que su forma de actuar y de crear su obra artística no se fruto de la ingesta de ninguna droga, y va aún más allá al afirmar que “Dalí es la Droga”
“Tómenme porque soy a-lu-ci-nó-ge-no”
Dalí confiesa ya entrando en la edad madura que él mismo sigue aún en la búsqueda activa de saber y reconocer quién es él, y sabemos que esto era un tema que le tenía muy ocupado y centró sus inspiraciones en muchas de sus obras.  

2. No fue el primer Salvador Dalí.

Efectivamente, Salvador no fue el primero de su nombre. Ya existió otro antes que él, unos pocos años antes. Y este no era otro que su hermano, que falleció a edad muy temprana antes del nacimiento de su hermano pequeño. Sus padres le pusieron el nombre de su hermano muerto, un hecho que le marcó de por vida. Al ser portador del nombre de ambos, Salvador creció en el convencimiento de que en él coexistían los dos y se empeñaba en demostrar en sus excentricidades llenas de expresionismo y carácter, que él era el hermano vivo.

3. Lorca, su mejor amigo

Tras dejar atrás su Figueras natal,  llegó a Madrid en el año 1922 y se alojó en la Residencia de Estudiantes. En Madrid entabló una amistad muy especial con Luis Buñuel, con quien más tarde colaboró en sus proyectos cinematográficos. Pero sin duda la amistad que más ha trascendido fue la que tuvo con Federico García Lorca. La relación artística y personal tan intensa que mantuvieron fue parte importante de sus vidas. El mismo Dalí admitía:
“es la amistad más grande que he tenido. No hay ninguna duda”.
Pese a su gran amistad, los dos artistas se distanciaron tras la publicación del Romancero Gitano de Lorca, que Dalí tachó de arcaico y falto de modernidad.  

4. Sus inicios son una auténtica clase magistral de Historia del Arte

Durante el tiempo que Salvador Dalí estudiaba en Madrid, el Museo del Prado se convirtió en un sitio predilecto para dejarse maravillar por los grandes pintores de la historia del arte. Se nutrió de grandes artistas que le marcaron enormemente, como  Rafael, Vermeer, o Velázquez. Su pintura del periodo más clásico nos trae en ocasiones una atmósfera muy similar a la que encontramos en las pinturas de Vermeer. Llega incluso a pintar una versión propia de La Encajera. La concepción del artista como genio, su imponente presencia como creador se puede ver claramente influenciado de Velázquez. Y no podemos negarlo, su grandioso bigote es una herencia del artista sevillano. Ante la pregunta de  ¿Qué salvarías de El Prado en el caso de que hubiera un incendio?, Dalí no duda en responder
“Yo salvaría el espacio contenido entre las meninas de Velázquez, porque es el espacio de mejor calidad que se ha pintado nunca en el mundo”.
Respecto a los primeros movimientos de vanguardia, Dalí también estudió el cubismo, el puntillismo, el fauvismo, el simbolismo… No dejó ni uno solo sin explorar, buscando en los primeros años su propio estilo se inundó de infinitas referencias de finales de siglo XIX y principios del XX. Su gran referente de este momento no se puede negar, es Pablo Picasso.

5. Elena ivanovna diakonova

Conocida como Gala, su llegada a la vida de Salvador Dalí constituye un momento histórico para su carrera y vida personal. Así también para la historia del arte mundial. Curiosamente, Dalí conoció primero al entonces marido de Gala, Paul Eluard. Durante su visita a Paris en 1928, año que fueron a rodar El Perro Andaluz junto con Luis Buñuel en Francia. Tras este encuentro, Eluard acudió a Cadaqués al año siguiente junto a Gala y sus amigos Magritte y Buñuel. Es precisamente en esa visita donde Salvador cae perdidamente enamorado de Gala. Salvador que era 10 años menor que ella, con 25 años era virgen y se temía homosexual. La estricta educación familiar  había hecho de él un chico tímido y temeroso de las mujeres.

Gala y abrir los ojos a un mundo nuevo

Como él mismo cuenta, con Gala abrió sus ojos a un mundo nuevo a todos los niveles de su vida, y de su arte. Auténtico motor de su carrera, musa y eje de todas sus intervenciones artísticas. Son muchos los que hoy afirman que gran parte de la enorme proyección de la carrera de Dalí se la debemos a la que terminó a su admirada esposa. Nunca sabremos cómo habría sido Dalí sin Gala, el la denominada como “mi ángel del equilibrio”. En resumen,  la persona que le ha ayudado a encontrar un lugar en su vida. El matrimonio formado por Dalí y Gala vivió entre París y Nueva York. En esos años en que la Guerra de España y la oscura marejada política de la Segunda Guerra Mundial invadía todo el continente europeo. Todos estos acontecimientos apenas inquietaron al artista, con una únia excepción: el asesinato de su gran amigo Federico García Lorca.

6. Su otra musa, la ciencia.

Puede que esta información sobre Dalí sea la que más sorprende a aquellos que se acercan a conocerlo. Dalí fue un auténtico apasionado de la física cuántica,  nuclear, el Adn y la arquitectura molecular. Tanta fue su pasión por la ciencia que esta se refleja en muchas de sus pinturas, y hasta en su firma. Obsérvalo en Galatea de las Esferas, donde la morfología de un átomo a base de esferas, son las formas que componen el rostro de su esposa y musa, Gala.
“No tengo nada de científico. Solamente leo libros científicos, porque no los comprendo. Entonces la ciencia es para mí como una especie de bordado o de tapiz. En él puedo hacer con mi imaginación exactamente lo que me da la real gana”.
Su imaginación desbordante impregna cada átomo de su obra.

7. Fue creador del método paranoico-crítico

Este método se basa en reinterpretar la realidad mezclándola con el propio subconsciente, pero siempre de una forma intencionada. Dalí dejaba aflorar conscientemente sus fobias y obsesiones en los lienzos, al tiempo que retaba al espectador a descifrar los distintos componentes de sus cuadros. Sus juegos de dobles imágenes están por todas partes y son la parte esencial de su obra pictórica. A pesar de Madrid, de Paris o de Nueva York, Salvador Dalí llevaba las formas de su tierra natal tatuadas en el cerebro, especialmente del paisajo abrupto del Cap de Creus. Estas formas de las rocas erosionadas por la acción del agua y el viento de tramontana, estuvieron muy presentes durante toda su obra.

8. El surrealismo soy yo

Ensalzado y discutido por muchos como el máximo representante mundial del movimiento surrealista. Es un hecho que Dalí aterrizó en ese grupo como un elefante en una cacharrería. Y como ya sabemos, también fue quien mejor entendió de todos la absorción del arte en los medios de comunicación. Precisamente el mundo audiovisual publicitario fue al mismo tiempo que su auge artístico. Fue precisamente su esposa Gala quien le introduce en ese círculo del surrealismo. A Dalí le atrajo enormemente el principio de autoconocimiento del inconsciente del artista. La falta de limitaciones al pensamiento y a los propios instintos que promulgaba el surrealismo. Con el tiempo, comenzó a darse cuenta de que sus orígenes burgueses no casaban con el idealismo político de izquierdas: el surrealismo de origen lo formaban pensadores de la izquierda más radical. Dalí por su parte, nunca se adhirió a este pensamiento. Defendía de hecho, un surrealismo apolítico, atemporal, sin contexto de ningún tipo y en definitiva, sin limitaciones de tipo racional. Por sus constantes discrepancias con el resto del grupo y su controvertido líder, André Breton, Dalí fue sometido a un juicio surrealista. Tras este fue expulsado para siempre del círculo de intelectuales, poetas y creadores del movimiento. Su respuesta a esta expulsión pasó a a historia del arte mundial con la famosa frase:
“El surrealismo soy yo”.

9. Avida Dollar

Tras su primera época investigando las distintas vanguardias, encuentra finalmente su estilo, el surrealismo. Lo desarrolla más o menos de forma exclusiva desde el año 1928 hasta 1940.  A partir de este año su producción artística se diversifica.
“Quería hacer dos cosas en mi vida y las he tratado de hacer cuanto antes mejor: pasar por la cárcel y hacerme ligeramente millonario”
Efectivamente, cumplió con gran eficiencia con estos dos objetivos. Y alguno más, como el convertirse en un auténtico artista del Renacimiento, un Miguel Angel del siglo XX.

Mudanza de Dali y Gala a Nueva York

Después de vivir años de éxito y gloria en Francia, se mudó con Gala a Nueva York.  Tenía el objetivo de expandir sus horizontes más creativos en una dimensión que escapaba de la dimensión pictórica. Allí experimentó con la manufactura de muebles, escultura, el diseño de joyas… En definitiva, la creación de elementos publicitarios de todo tipo. Llegó incluso a trabajar con las primeras marcas mundiales. Tras este salto a la primera línea del lujo y la pompa publicitaria, el comunista André Breton le dio respuesta. Creó modo de burla el anagrama “Avida Dollars” tomado de las letras que conformaban su nombre. Esta ocurrencia pareció encantar al propio Salvador, que la vitoreó y glorificó durante el resto de sus días.

El niño secreto de los Dalí

En unas fotos de la pareja Dalí-Gala se les aprecia jugando con un niño de unos 7 u 8 años.

El pequeño había sido el modelo escogido por el pintor para las dos versiones de La Madona de Portlligat, pintadas en los años 1949 y 1950; dos de los cuadros más conocidos del artista; dando comienzo a una intensa y familiar relación que se prolongó a lo largo de los años; hasta que falleció Gala en 1982 y Dalí se retiró a vivir al castillo de Púbol y comenzó su aislamiento de todo el mundo.

En ninguna de las biografías del artista se hace mención a este niño, de nombre Joan Figueras. De mayor nunca quiso enriquecerse a costa de su trato cercano con el matrimonio, de los que decía deberles toda la educación y el propio afecto que sus propios padres no fueron capaces de darle.

En este libro de José Angel Montañes se habla de su estrechísima relación y el lado paternal que el artista desarrolló en el trato con el pequeño Joan, donde podemos ver imágenes de ellos en poses muy distintas a las que Salvador nos tenía acostumbrados.

Lejos de los focos y del gran público donde él exageraba siempre sus ademanes y era de lo más histriónico, Dalí y Gala aparecen relajados y disfrutando del verano, tomando el sol, paseando y descansando.

Esta historia real muestra que, leyendas aparte, la porción de vida de Dalí que aquí se cuenta está más cerca de la realidad cotidiana que los propios diarios del genio y, desde luego, que toda la parafernalia que el pintor ponía en marcha cuando veía una cámara y decía a los suyos: «Voy a hacer de Dalí un rato».

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