¿A ti también te apasiona la civilización egipcia y sus manifestaciones artísticas? Pues quédate conmigo y disfruta de una visita guiada a lo más profundo de la antigüedad egipcia.
Aquí estamos de vuelta con la segunda parte de las grandes construcciones en Egipto durante el Imperio Nuevo. Hoy hablaremos del templo funerario de la reina Hatshepsut, y de los speos colosales en Abu Simbel.
¡Comenzamos!
Templo funerario de Hatshepsut
La reina Hatshepsut fue la hija de Tutmosis I y regente de una dinastía que como ha hemos visto en el vídeo anterior, había contribuido al enriquecimiento del templo de Karnak con la capilla roja y los dos obeliscos de tamaño colosal.
Para esta época los templos funerarios ya se encontraban separados de las tumbas reales, así que Hatshepsut eligió el emplazamiento de Deir el-Bahari. Esta colina no se había elegido por ningún otro faraón desde tiempos de Mentuhotep II, el reunificador de Egipto.
Fue Senmut, consejero y arquitecto real, la persona designada para levantar este colosal edificio dedicado a la gloria del dios Amón y su soberana en la tierra.

Deir el Bahari, una tipología que evoca a Imperio Antiguo
Al igual que habíamos visto en otros templos del Imperio Nuevo, a este santuario se accedía desde un pilono inicial y a través de un camino procesional compuesto a base de esfinges. Actualmente estos dos elementos se hallan desaparecidos.
El templo funerario está configurado a modo de terrazas porticadas, unidas entre sí por largas rampas.
Este templo de la reina Hatshepsut rompe los moldes de la tipología clásica de los templos tebanos, y se acerca más a las necrópolis del Imperio Antiguo.
Aún así, es sin duda un ejemplar único de cómo se tuvieron en cuenta para su creación elementos como la luz y la perspectiva, con una vista monumental en lo alto de la colina desde terreno muy alejado.
Al sur del santuario se levantó una capilla en honor a la diosa Hathor, donde podemos aún a día de hoy disfrutar de sus pilares hatóricos.

Los speos colosales de Abu Simbel
Además de su tamaño colosal que impresiona al visitante, el templo de Abu Simbel cuenta con la peculiaridad de haber tenido que ser trasladado piedra a piedra desde su emplazamiento original, próximo a la presa de Assuan y el consecuente aumento del río, a 300 km de allí en la ribera occidental del lago Nasser.
Se llama speos a una tipología de edificio funerario que combina el templo con el hipogeo, habitualmente con una fachada exterior esculpida e interior excavado dentro de la roca.
Fue Ramses II quien mandó construir en Abu Simbel dos speos colosales, dedicados al dios Ra, Amón y Ptah. Junto a ellos se esculpió el propio faraón presentándose a sí mismo como el cuarto dios de Egipto.
El templo mayor mide 33 metros y tiene una imponente fachada en forma pilono con paredes en talud. En esta representación de las 4 figuras sedentes de los dioses junto al faraón Ramsés II, vemos como este sonríe entronizado ataviado con el nemes y la doble corona del Alto y Bajo Egipto.
Debajo de las figuras colosales hay unas estatuas de menor tamaño, ubicadas a sus pies. Estos son los miembros de la familia de Ramsés II.

Santuario interior que se ilumina dos veces al año
Una vez en el interior, las sucesivas salas van disminuyendo en altura y tamaño hasta que llegamos al santuario, donde vemos representados de nuevos los tres dioses egipcios y la figura del faraón sentados en la roca.
A modo de curiosidad, cada 20 de febrero y 20 de octubre, supuestamente fechas del cumpleaños y coronación de Ramsés, los rayos solares penetran hasta aquí e iluminan las caras de Amón, Ra y Ramsés que se cargan de la energía divina. Mientras tanto, la cuarta figura, Ptah, dios de la oscuridad, permanece en la penumbra.

El templo de Nefertari en Abu Simbel
El templo menor de Abu Simbel se encuentra al norte de este, y en esta ocasión se ha dedicado a la diosa Hathor, diosa egipcia del amor y de la belleza. También a Nefertari, la esposa favorita de este faraón.
En la fachada encontramos 6 colosos: cuatro representan a Ramsés II portando el nemes y la barba postiza, y los otros dos se corresponden con su esposa personificada en la figura de la diosa Hathor.
En este caso, no se realizó una jerarquía por tamaño respecto a la supremacía masculina frente a la figura femenina, como era lo habitual en el Antiguo Egipto, y todas las figuras son del mismo tamaño.
Tras el vestíbulo, la sala interior está decorada con pilares hatóricos a base de columnas adosadas.