Bauhaus

La idea originaria fue la creación de una escuela de carácter democrático. En ella, cada estudiante seguiría su propio ritmo interno y desarrollaría sus habilidades a nivel tanto artístico como personal.

Así es como nació la Bauhaus, que en alemán significa Casa de Construcción. Su primera apertura fue en Weimar, el centro de este nuevo país que se estaba construyendo.

Bauhaus. La utopía de Walter Gropius

 

Hablar de la Bauhaus es hablar de un objetivo utópico de un buen puñado de jóvenes cargados de buenas ideas.

Resultó ser un experimento vital a gran escala, hasta 1.400 alumnos pasaron por allí que se lanzaron tras el trauma de la Gran Guerra a vivir con entusiasmo y construir unos ideales y unas nuevas formas de convivencia.

También hubo espacio para las alumnas, aunque sabemos a día de hoy que también existieron grandes diferencias en sus ocupaciones reales dentro de los talleres.

Las fiestas de la Bauhaus cobraron gran fama, que solían ser temáticas y casi siempre de disfraces.

Se tardaban semanas en elaborar los preparativos para ellas y tenían además de fomentar el contacto entre los alumnos y su diversión, la misión de aumentar la interacción entre la escuela y la población, mitigando así los recelos y las tensiones. 

Se podría hablar largo y tendido de la Bauhaus, de hecho existen infinidad de libros y documentales sobre esta controvertida escuela, y su controvertida forma de vida dentro de ella.

Existía una estrechísima vinculación entre trabajo y vida privada, siendo el sitio de encuentro de notables parejas como Hans y Florence Knoll.

Los orígenes de la Bauhaus

Corrían los años 20 en Alemania, y durante la República de Weimar se vivió un auge de las artes y oficios promovida por un veterano de guerra de nombre Walter Gropius. 

Hoy hablamos de esta escuela del arte totalmente revolucionario, surgida tras una Alemania destruida por la Guerra Mundial por el impulso de unos jóvenes artistas e intelectuales deseosos de crear una sociedad más altruista y civilizada.

La escuela de Bauhaus se basó en el modelo de las Arts and Crafts de William Morris y los prerrafaelitas en Inglaterra. Mediante este sistema, los estudiantes comenzaban como aprendices, después pasaban a oficiales, y si transcurrido el tiempo suficiente eran suficientemente buenos, se convertían en maestros.

Uno de los grandes reclamos de esta escuela fue el fichaje de grandísimos artistas como profesionales docentes.  Todos sus estudiantes comenzarían a formarse por maestros reconocidos , la creme de la creme de la sociedad intelectual y artística alemana.

Bauhaus no es un estilo, sino una actitud

 

Hay momentos en la historia en los que la confluencia de personas e ideas culturales y tecnológicas pueden transformar el mundo y la Bauhaus representa uno de esos momentos.

La Bauhaus logró dotar de ese momento incierto con la modernidad y la fuerza de un futuro radicalmente distinto y optimista, a pesar de la gran confusión e inestabilidad que se estaba viviendo en Alemania.

Bauhaus sentó las bases de lo que hoy se conoce como el diseño industrial y el diseño gráfico. Podríamos llegar a afirmar de hecho que estos dos conceptos nacieron en esta escuela. También nació aquí una nueva arquitectura, con una estética que abarcara a todos los ámbitos de la vida cotidiana.

En su fundación se eliminaban las diferencias entre artistas y artesanos, honrando a estos segundos y aupándolos al mismo nivel de la genial creación artística. Algunos de los artistas de vanguardia más reconocidos como Josef Albers, Wassily Kandinsky y Paul Klee ofrecían allí su experiencia como instructores.



Un arte para la vida

En sus primeros años, la Bauhaus no disponía de un departamento de arquitectura, pero sí se realizaban trabajos de diseño de objetos cotidianos y de uso doméstico.

Sus máximas fueron la economía expresiva y la optimización del uso. En la Bauhaus se produjo una intersante sinergia entre el arte y la ingeniería, un arte para la vida. Así, todo lo que se realizó allí era muy funcional y comercialmente muy atractivo. Este es el secreto de su expansiva reproducción hasta nuestros días.

Además de los cursos de pintura, escultura y grabado, la Bauhaus creó talleres de ebanistería, vidrio, tejido, metal, encuadernación y teatro, por los que tenían que pasar todos los alumnos durante su formación. Así es como preparaban a sus alumnos en una gran capacidad práctica.

La simplicidad y la funcionalidad, unido a la belleza del orden. Los diseños Bauhaus tienen un referente común en las formas geométricas simples como el círculo, el cuadrado y el triángulo.



Bauhaus y los nazis

Walter Gropius fue el director de la escuela hasta el año 1928, pero en el año 1925 se vieron obligados a abandonar Weimar, donde los nazis se habían hecho con el gobierno municipal.

La escuela estuvo alojada en Dessau desde el año 26 hasta el 32, pero de allí volvió a ser expulsada con el triunfo local de los nazis en la ciduad. La última sede de la Bauhaus fue en Berlín, pero no llegó a durar ni tan solo un año más. 

Tras Gropius, fueron Hannes Meyer y Mies Van der Rohe los directores consecutivos de la escuela, cuya máxima fue menos es más.

Para los nazis, el arte de la Bauhaus era un arte degenerado pese a que se basaba en la auténtica simplicidad y sus interiores diáfanos carecían de argumento o mensaje político alguno. Para cuando les cerraron de forma definitiva la sede de Berlin, sus diseños y obras eran ya conocidos en todo el mundo. 

Muchos de sus integrantes emigraron a Estados Unidos, y allí llevaron estas tendencias del arte y la arquitectura que fueron las dominantes durante varias décadas, derivando con el tiempo en lo que se llamaría la línea arquitectónica Style.

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